“Yo me pregunto en una palabra si, (estamos completamente de acuerdo sobre la conducta a tener con relación a los esclavos), no tengo que levantar la voz directa o indirectamente para hacer conocer en Francia esta injusticia y robo oficializado de la esclavitud en nuestras regiones, y decir o hacer decir: He aquí que lo que pasa «non licet».
Yo he prevenido a la Prefectura apostólica: esto es demasiado puede ser. Lejos de mi desear hablar y escribir: pero yo no quiero traicionar a mis hijos, no obrar por Jesús, viviente en sus miembros, allí donde Él tiene necesidad: es Jesús que está en esta dolorosa condición, «aquello que vosotros hacéis a uno de mis pequeños, a mí me lo hacéis». Yo no quiero ser un mal pastor ni perro mudo. Tengo miedo de sacrificar a Jesús por mi descanso y mi gran gusto por la tranquilidad, y mi cobardía y timidez naturales”.