Inicio > Boletín Iesus Caritas > Web > 160 > Construir la paz

Inicio > Documentos > Diálogo interreligioso > Identidad cultural y diálogo para construir la paz

IDENTIDAD CULTURAL Y DIÁLOGO PARA CONSTRUIR LA PAZ

Manuel Pozo Oller

En noviembre del año 2000 participé como responsable nacional de la fraternidad sacerdotal en la Asamblea Intercontinental celebrada en la ciudad de El Cairo. A esta asamblea asistieron representaciones de la mayor parte de las naciones del mundo. Impresiona viajar a un universo cultural tan distinto al europeo. Fue como volver mi mundo al revés. Recuerdo que, nada más llegar, el P. William Sidhom, profesor de la universidad, nos informó en las protocolarias palabras de acogida que Egipto por entonces contaba con unos 67 millones de habitantes, 60 eran musulmanes y sólo un 6 ó 7 por ciento eran cristianos. Cristianos latinos contarían por entonces con unos cincuenta mil de los cuales cuarenta mil eran refugiados sudaneses que vivían en una pobreza extrema en torno a la comunidad de PP. Combonianos.

La iglesia católica, en evidente franca minoría, tenía abiertas en aquel momento 168 escuelas donde estudiaban con normalidad católicos, musulmanes y ortodoxos. Visité algunas de estas escuelas e institutos y palpé el absoluto respeto de profesores y alumnos por la cultura y las creencias de los otros. Mons. Stephanos II, a la sazón patriarca oriental, ahora también cardenal romano, compartió con nosotros varios días, y en amenas charlas nos presentó su iglesia. Un día nos enseñó su seminario y se detuvo extensamente a explicar como fue construido con ayuda de las iglesias hermanas de la ortodoxia. Parecida experiencia de colaboración leal entre iglesias y diversos credos tuve en el convento copto ortodoxo de Nag Natrum, construido en el siglo III. El religioso encargado de la hospedería, por poner un ejemplo de respeto a la historia y conciencia del otro, era católico cuando decidió entrar en aquel convento-eremitorio y los responsables religiosos coptos aprobaron su entrada sin violentar su conciencia ni hacerle renunciar a su iglesia. Actitud parecida e impactante fue la del patriarca copto-ortodoxo Shenouda que recibió a los congresistas muy amablemente antes de la multitudinaria oración de la tarde donde curiosamente la mayoría de los asistentes eran jóvenes

En aquel marco de convivencia entre iglesias cristianas y éstas con el islam, del que podría extenderme hasta el agotamiento, dentro de las intensas jornadas de estudio y reflexión multilingüe, sentí sólo el dolor lacerante de la desafección de los ponentes europeos que en sus ponencias de manera reiterada renunciaban a nuestra historia y raíces comunes dejando bien a las claras el proceso antropofágico de autodestrucción de la cultura occidental en la que nos hallamos. Sentí que mi ser se rebelaba contra un romanticismo que aparecía concorde e instrumentalizado por las ideologías en boga y, que a decir verdad, sonaba bien en el auditorio. Me sentí desafinar en medio de aquella orquesta.

En estos días pasados he recordado mi estancia en Egipto y me ha venido a la memoria algunas de mis intervenciones en el plenario de la asamblea. Mi tercera intervención, que podemos encontrar en las actas del Congreso, recoge de manera sintética y lacónica mi pensamiento como occidental y como católico ante los asambleístas. Entregué a la secretaría del simposio la siguiente nota que decía así: “No estoy de acuerdo con algunas formulaciones expresadas en esta asamblea. Se admira la espiritualidad y la teología de algunas latitudes y se desprecia la reflexión teológica europea. Sin duda que África, Asia, Latinoamérica tendrán que encontrar sus cauces de reflexión y vivencia de la fe, pero esta reivindicación también es válida para Europa. El problema de la inculturación de la fe es de todo el universo. Advierto que Europa es rica y plural. Pero, ¿cómo anunciar el Evangelio a alguien que no te escucha? El continente europeo también está necesitado de una teología de la liberación que, al fin y al cabo, es el núcleo del mensaje  cristiano. Por mi parte trabajo y sueño con una teología andaluza, teología popular de un pueblo que bien puede ser paradigma de lo que tiene que ser la convivencia entre razas, pueblos y culturas”.

Me afirmo en mis convicciones. Ciertamente, es difícil comprometerse en la construcción de un mundo de tolerancia y diálogo sin amar a nuestro pueblo y a nuestras gentes, sin tener clara nuestra identidad y nuestras raíces.

Sirvan estas letras para unir mi voz a la del Papa Benedicto XVI en defensa sin reservas de la tolerancia y el diálogo entre los hombres y los pueblos como el mejor camino para construir la paz desde la identidad cultural de cada pueblo.

 

¿Quiénes somos?   -   Contacte con nosotros   -   Mapa del sitio   -    Aviso legal 

Logotipo de la Familia Carlos de Foucauld