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El cura de los clandestinos

La Justicia argelina ha condenado a dos años de prisión a un sacerdote y a un médico que asistían desde hace una década a emigrantes cristianos sin papeles en la frontera de Marruecos.

La presencia de religiosos cristianos en países musulmanes queda a menudo reducida a tareas humanitarias por la casi ausencia total de fieles y por las condiciones que imponen las autoridades locales a su trabajo.

El sacerdote Pierre Wallez no ha sido condenado por hacer proselitismo, señala el padre Jean Paul, algo que países como Argelia o Marruecos tienen prohibido. Los rezos y celebraciones que organizaba el cura francés se limitaban a emigrantes cristianos y nunca a aquellos que profesan el Islam. De todas formas, como apunta el semanario francés “La vie”, Argel dificulta cada vez más los permisos para los sacerdotes.

Muchos de los miles de emigrantes cristianos que se desplazan por el norte de África encuentran a menudo dificultades para practicar su religión. En grandes ciudades como Rabat o Casablanca es posible acudir a misa, pero no cabe duda de que los países del Magreb tratan de imponer el islam como única religión.

El sacerdote Pierre Wallez de la diócesis argelina de Orán, está considerado como la primera víctima de la normativa presidencial que entró en vigor en ese país el 28 de febrero de 2006 para regular los cultos de los no musulmanes.

Un tribunal le acaba de condenar a dos años de cárcel por celebrar misa en un lugar “no reconocido ni autorizado”, explica a ABC el padre Jean Paul, compañero de la diócesis de Wallez.

Wallez, que lleva 35 años en Argelia, fue detenido junto a un médico argelino el pasado 9 de enero cuando regresaban de asistir a emigrantes clandestinos que se concentran en los alrededores de Magna, la sur de Orán. “Nunca imaginábamos que esa normativa podía aplicarse a los emigrantes que habitan esos bosques”, añade Jean Paul.

El campamento de Magna es conocido desde hace años como última etapa argelina de los “sin papeles” antes de dar el salto, campo a través, hacia el vecino Marruecos. Hasta esos bosques se desplazaba desde hacía una década Wallez a celebrar misa y rezar con los emigrantes cristianos. Ese tipo de celebraciones son también habituales en los asentamientos de subsaharianos del reino alauí.

El obispo de Orán, Alphonse Georger, emitió un comunicado el 31 de enero en el que asegura que “desde 1999, los miembros de la Iglesia católica de Orán, visitan regularmente a los emigrantes subsaharianos asentados cerca de Magna”,alto que sabían bien las autoridades, que ordenan redadas regularmente. “Difícilmente vemos en qué lugar autorizado pueden practicar su religión los emigrantes sin papeles que viven en plena naturaleza”.

La necesidad de prestar también asistencia médica a los emigrantes les llevó a entrar en contacto con el facultativo, que trabaja en la unidad de urgencias del hospital de Magna. La Justicia acusa al médico de atender a los emigrantes con material de ese centro, por eso le ha condenado también a dos años de prisión.

“Las acusaciones contra este médico no tienen ningún fundamento ya que todos los medicamentos han sido sufragados por la Iglesia católica a título de ayuda humanitaria” insiste el obispo en la comunicación.

Las dos sentencias han sido recurridas aunque aún no hay fecha para el juicio en apelación.

 

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