Editorial

Queridos amigos del Boletín:

En este número queremos presentaros las fuentes de donde bebió el Hno. Carlos, o las raíces en que nutrió la planta espiritual que nos dejó como herencia, y de las que las familias de Foucauld, somos brotes y ramas.

Creemos que es bueno para nosotros darnos cuenta de las distintas fuentes de las que bebió el hermano, para percatarnos de la multiplicidad de los caminos por los que Dios, por su Espíritu, le hizo transitar.

Creemos que es bueno para que contemplemos también lo que supuso su experiencia espiritual, como recreación personal que hizo de lo recibido, tanto de diversas fuentes de la Iglesia, como de alguna que estaba fuera de sus fronteras.

Creemos que es bueno porque supone para nosotros la posibilidad de mantener legítima y tranquilamente diversas lecturas del carisma, según pongamos los acentos en las distintas fuentes de donde se origina.

Y creemos, finalmente, que es bueno porque constituye un espejo donde podemos mirarnos a la hora de recrear el carisma en los nuevos tiempos del tercer milenio en que nos encontramos.

La transmisión viva del carisma de Hno. Carlos para la Iglesia, y para el mundo, es una reto y una tarea para todas nuestras fraternidades. Pues no se trata sólo de repetirlo —tal como cada familia lo ha vivido, en un tiempo determinado—, creyendo que su repetición constituye la garantía de fidelidad. Ni parece suficiente el actualizarlo, si tal actualización no conlleva sino ligeros retoques.

Para que la transmisión sea auténticamente una transmisión viva, es necesario recrearlo desde sus destellos más originales, en aquellos modos más adecuados a los tiempos en que nos ha tocado vivir con su carga de expectativas y frustraciones. Tenemos el convencimiento de que este reto y esta tarea pasan por el descubrimiento de las fuentes en las bebió el hermano, y la forma en que las utilizó.

En este número del Boletín, nos hemos acercado hasta cuatro de esas fuentes: Nazaret, la experiencia de la religiosidad y el Dios de los musulmanes, la experiencia monástica, y la espiritualidad del abandono. De la mano de algunos conocedores de estos temas tratamos de transmitir lo que para nosotros es importante.

Esperemos que estos artículos os ayuden a ese conocimiento y desde él, a la aceptación ilusionada del reto y la consiguiente tarea que nos esperan.

 

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