Henri Laperrine d'Hautpoul

 

Oficial del ejército Francés y comandante en jefe de los oasis del Sahara. Fue amigo íntimo de Carlos de Foucauld. En su juventud este también se alistó en el ejército, pero mientras él estaba en el ejérca ito en realidad no lo conocía. Sólo compartieron un par de días en Mascara cuando Laperrine tenía 22 años y Carlos 24.

Sólo en 1902, volvieron a verse, después de 20 años. Mientras tanto cada uno hizo su propio camino. Muy pronto, de Foucauld dio su dimisión como militar para hacer un viaje de exploración en Marruecos. Poco después se fue a un convento Trapense. Ahí permaneció varios años, mientras tanto no supo nada de él. Pero se encontraron de nuevo cuando Carlos ya era sacerdote y vivía como ermitaño en la frontera con Marruecos. Soñaba con volver al país de su exploración, o sea a Marruecos.

También Laperrine había vivido algunos avatares. Los militares franceses tenían mucho interés en el África del Norte. Querían obtener colonias ahí. Laperrine hizo una brillante carrera en el ejército. Sin embargo conocíó también oposición e incomprensión. Le gustaba la acción, pero guardaba un enorme respeto por la gente autóctona.

Poco a poco se iba conociendo y apreciando sui método. En realidad tenía una visión política muy propia: Una política de “amansamiento”. En francés suena menos negativo. Se trataba de una política de sondear, de tantear posibilidades en las relaciones, con mucha prudencia, de tratar de ser uno mismo honesto y justo, de llegar a conocer y respetar a los otros…Así veía su misión militar.

Pasado 20 años, tomó de nuevo contacto con Foucauld. Había sido nombrado comandante en jefe de los oasis del Sahara. Tenía su residencia en Adrar. El año anterior, de Foucauld se había instalado en Beni Abbés, una de las oasis mayores. Así que, en el viaje de regreso de Argel a Adrar, se encontró en Beni Abbés a su antiguo camarada del ejército.

Estamos a principios de marzo de 1903. Le habían encargado una nueva e importante misión. Tenía que tratar de vincular el Tidikelt con Sudán, conquistar el Hoggar hasta Agadés, tratar de conseguir una conexión con el océano Atlántico en el occidente. Pero por motivos políticos superiores acaban de anular ésta importante misión.

Se sentía engañado…pero…podía contar con la comprensión de de Foucauld. Él entendía su deseo de ir al Hoggar y los Tuaregs.  

En Beni Abbés conversaron un largo rato. Foucauld hablaba de su proyecto. Tenía tanto deseo de volver a Marruecos, el país que había explorado en su juventud…Allá querría ser sacerdote – monje. Hacerse el “hermano de todos”.

Empezaron a reflexionar acerca de ambos proyectos y de pronto Laperrine entendió que la presencia de una persona como de Foucauld supondría una enorme ventaja para su proyecto. Haría todo lo posible para que de Foucauld le acompañara en su viaje de exploración hacia el sur, hacia los Tuaregs.

Finalmente tuvo éxito. En vista de que la frontera con Marruecos seguía cerrada, de Foucauld terminó por aceptar de emprender la marcha hacia el Sur, hacia los Tuaregs, con la columna del ejército. Empezó incluso inmediatamente a estudiar el idioma y la preparación de la traducción del Evangelio…

Eran diferentes…pero en el fondo, almas gemelas.  De todos modos Laperrine respetaba a su amigo en su misión propia. Hasta soñaba que quizás en un futuro llegara a ser el capellán del amenokal del Hoggar.

En 1904, a mediados de marzo, partieron juntos hacia el Sur. Durante tres meses compartieron la dura vida nómada. De nuevo llegaron a conocerse  y respetarse más profundamente. Pero de Foucauld empezaba a ver también con más lucidez la ambigüedad de su presencia; se preguntaba ¿si de veras los autóctonos notarían la diferencia entre los soldados y los sacerdotes?.En aquel preciso momento le llamaron de regreso a Francia. En realidad no era prudente dejar a de Foucauld sólo en aquel lugar. En vista de eso regresaron, Laperrine a Francia y de Foucauld a Beni Abbés.

Pero el año después de Foucauld volvió a partir. Ahora definitivamente. El capitán Dinaux, lo puso en contacto con Moussa, el amenokal de los Tuaregs del Hoggar. Este le dio el permiso de permanecer ahí, en Tamanrasset, un pequeño pueblo donde él mismo también vivía.

A partir de entonces Laperrine ya no veía a de Foucauld con tanta frecuencia, sólo de vez en cuando, por unos pocos días. Estaba constantemente en Francia.

El año 1908 fue un año de una sequía muy fuerte en el Sahara. Por poco perece de Foucauld durante la reinante hambruna. Los Tuaregs le salvaron la vida, con la leche de cabra que en éste período de una escasez aguda, trataban de conseguir en todas partes. Al enterarse de esta noticia Laperrine hizo sonar enseguida la alarma. Llegó hasta quejarse con su superior, monseñor Guerin. .

Tan pronto que pudo le envió tres camellos cargados de víveres: azúcar, té, conservas etc. También una carta muy seria con una amonestación y…la noticia que en adelante podía celebrar la misa sin asistente (esto se lo había contado monseñor Guerin).

En el verano de aquel año volvieron a verse. Laperrine buscaba entonces un lugar para mandar a construir un nuevo fortín (El fortín Motylinski). También los 2 años siguientes se vieron de vez en cuando.

En julio de 1910 Laperrine volvió a Francia. No volvieron a a verse en el Sahara. Siguieron escribiéndose con mucha frecuencia. Estas cartas no estuvieron libres de comentarios. Se decía que de Foucauld hubiera sido agente secreto a su servicio. Pero es muy fácil sacar de su contexto una determinada frase o fragmento de una carta y darle así una interpretación totalmente diferente. Su amistad se sostenía casi exclusivamente por estas cartas. Laperrine guardó 61 cartas de de Foucauld. Por prudencia, de Foucauld destruyó las suyas porque al fin y al cabo se encontraba en un país extraño…

Sólo volvieron a verse 3 veces, eran encuentros cortos. No obstante estas 60 cartas en apenas 5 años, demuestran lo suficiente que entre ambos había un verdadero diálogo. Era la manifestación de la vivencia de una sólida y entusiasta amistad que tenía la necesidad de “compartir” y que se alimentaba por este “compartir”.

Laperrine estaba profundamente conmovido al enterarse del asesinato de su amigo. A causa de la guerra sólo pudo visitar su tumba un año después.

A los 3 años, en 1920, volvíó desde Tamanrasset a Europa, en avión. El avión se cayó. Laperrine estaba muy malherido y a los pocos días falleció. Le envolvieron en un trozo de tela y a lomo de camello le llevaron de regreso a Tamanrasset. Le enterraron al lado de de Foucauld, que lo había llamado “el amigo incomparable”.

 

¿Quiénes somos?   -   Contacte con nosotros   -   Mapa del sitio   -    Aviso legal 

Logotipo de la Familia Carlos de Foucauld