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Pepa Torres, Ap. C.J.

HACIENDO UN RECORRIDO CON JESÚS SOBRE LA UNIVERSALIDAD DEL AMOR  Y EL DESAFÍO DE CRUZAR FRONTERAS

1-INTRODUCCIÓN Y PLANTEAMIENTO

      Mientras preparaba esta reflexión  he tenido de fondo la huelga de hambre de Aminetu Haidar, así como otros hechos cotidiano: redadas en mi barrio, detenciones de amigos sin papeles, hechos que  hacen que la realidad de las fronteras cobren especial  protagonismo en mi vida e imagino que también en la vuestra  y por eso  no puedan estar  al margen de ninguna de nuestras reflexiones .

Por eso a la hora de reflexionar sobre la universalidad de  Jesús se me ha ocurrido plantearlo relacionándolo con la provocación que nos hace el Evangelio a cruzar fronteras. De ahí el título de mi charla.

La experiencia de la universalidad se encuentra con una realidad evidente en nuestro mundo: La existencia de las fronteras .Las  fronteras son una realidad tangible,  física y política, que separa. Para unos se trata de un obstáculo insalvable; para otros son la gran oportunidad;  y para otros se han convertido en una manera de vivir.

Las fronteras significan lo que divide, pero pueden significar apertura a lo desconocido pues, son la zona de contacto con lo diferente, están también llenas de misterio y cargadas de atracción. Las fronteras son lugar de encuentro, de intercambio, de mescolanza, de retos y de posibilidades desconocidas, también de fracasos tremendos.

Pero las fronteras no son sólo geográficas, son también culturales, sociales, religiosas, económicas, simbólicas, la primera frontera con la  que nos  encontramos para vivir la universalidad del amor es la frontera entre el tu y o el yo, la frontera de la alteridad. La frontera del OTRO/ OTRA siempre es un misterio para mí  que no puedo avasallar, ni instrumentalizar, ni convertir en extensión propia. Su  diferencia  me desafía  y me revela algún mensaje de Dios  para mí. 

La invitación a vivir la universalidad del amor es una invitación a salir de la seguridad de lo propio, entrar en la intemperie de lo desconocido, vencer perezas y rutinas, a dejarse cuestionar por lo que se percibe como amenaza, a escuchar los temores que nos pueden paralizar, es una invitación a relacionarme en gratuidad con el otro, sin ninguna pretensión de sacar ventaja o de manipulación.

 Os invito a hacer un recorrido con Jesús en la vivencia de su universalidad  y la superación de las fronteras:   

 2) UNIVERSALIDAD DE JESÚS Y CRUCE  DE FRONTERAS[1]

2.1. Primera frontera: Cuando la moralidad nos  impide vivir la universalidad: Si “este si fuera profeta sabría quién es y que clase de mujer es esa… ( Lc 7, 36-50)

Jesús se encuentra en casa Simón el fariseo y entra “la pecadora de la ciudad”. Dos miradas, dos percepciones distintas de la realidad que tienen enfrente. El fariseo se encuentra con la radical incapacidad de percibir en la mujer, herida en su dignidad, a una criatura del Dios de la vida, y genera una práctica de desprecio y de exclusión.

Simón es incapaz de atravesar la frontera que acota y define los buenos y los malos comportamientos, es incapaz, está cegado, está instalado en su creerse a bien con Dios y seguro de sí.

Sin embargo Jesús, atraviesa la frontera de la moralidad, percibe a una mujer que necesita ser reconstruida pero que al mismo tiempo es capaz de mostrar lo más humano como es el agradecimiento y la búsqueda del contacto corporal, necesita pegarse a otro humano para no hundirse del todo, “besa los pies de Jesús”, se agarra a un hilo de vida como posibilidad de salvación. Jesús genera una práctica de alivio, de perdón, de reconstrucción, de sanación.

¿Y NOSOTROS/AS?

¿Somos capaces de percibir la llamada de las criaturas detrás de tantos comportamientos desquiciados o  nos instalamos  en la condena y el desprecio?.La universalidad en el amor pasa por una mirada, una escucha, unas prácticas compasivas ante el sufrimiento de tantas  criaturas que se sienten estigmatizadas en lo más íntimo porque se sienten juzgadas, despreciadas, por aquellos que se creen seguros y poseedores del bien y del mal.

No hay universalidad sin sensibilidad y práctica compasiva. 

2.2.)Segunda frontera: Cuando el rechazo y la violencia de aquellos a quienes queremos acercarnos  obstaculiza la experiencia de la universalidad:“- ¿Quién te mete a ti en esto, Jesús,?” (Lc 8,26-39)

            Jesús marcha a la otra orilla del lago, se adentra en la tierra de los gerasenos, se adentra en un mundo que no el suyo de procedencia, se adentra en el territorio en donde se va a encontrar a una legión de demonios: la infrahumanidad.

En este momento Jesús cruza una auténtica frontera. Jesús se encuentra con un hombre que se autolesiona, que no posee la palabra sino que grita, despojado de vestido y en desnudez indigna, viviendo en lugares de muerte como son los sepulcros, la gente lo quiere fijar a la muerte atándolo con cadenas.

Jesús se adentra en el reverso de la sociedad, se adentra en el caos y desorden, pasa al “otro lado”. Esta realidad confronta a Jesús y le pregunta “¿quién te mete en esto?” Jesús se adentra en infiernos muy concretos y lo hace para sanar, para erguir dignidades.

Jesús, el Hijo del Dios Vivo, no ha venido a este mundo para quedarse en los lugares de sentido, bienestar, reconocimiento social, se adentra en todos los  recovecos infernales y acepta el desafío y la incomprensión inicial de sus moradores.

Se ubica en este territorio  para generar vida y bendición, su talante no es de queja ni de victimismo sino de liberación y agradecimiento, pese a la violencia inicial del geraseno.

¿Y NOSOTROS/AS ?

¿Cómo nos situamos ante la violencia  de los no amados,  de los rechazados y maltratados por la vida cuando sentimos también su rechazo, o su “ deseo de vuelta  de tortilla” o revancha? ¿Cuál es nuestro talante en las  realidades infernales, de  muerte? ¿Cómo  andamos de gratuidad  y permanencia en estas inmersiones  cuando la falta de reconocimiento, el desprecio, la incomprensión hieren? ¿Cómo vivimos la invitación a ser hermanos/ as  universales también con los que nos rechazan o nos consideran sus enemigos?

 

2.3.) Tercera frontera: Cuando la superficialidad, la desconfianza ante el diferente,  los  prejuicios de género  y religiosos cuestionan la universalidad del amor: La samaritana (Jn 4,29,v 39)              

Este texto nos habla de una mujer que de alguna manera todas  y todos llevamos dentro: la samaritana .Nos narra la historia de un encuentro. Un encuentro que  acontece  en la cotidianidad de la vida y que es capaz de generar  transformaciones profundas en las personas.

-Un encuentro que acontece en un lugar geográfico concreto: Sicar, Samaria, un territorio marginado, 

Una zona geográfica  por la que todo judío  de bien  debía evitar pasar, por ser considerado un lugar maldito, habitado por gente maleante, pecadora y pagana, gentes de cuyo  trato y relación había que defenderse pues  entrar en contacto con ellos suponía quedar contaminados por sus prácticas,  Jesús elige conscientemente pasar por Samaría  en su camino hacia Galilea y lo hace además como dice el texto “tranquilamente”.

            Jesús no rechaza el encuentro con quienes son discriminados por ser diferentes, sino al contrario busca  la amistad, el trato  recíproco con ellos y ellas, porque para Dios ningún lugar, ningún pueblo, ninguna persona  puede  estar excluida del banquete de la vida y la Buena  Noticia del Amor.  Precisamente  será en  este lugar, en Samarìa y  través de una mujer,  marginada  entre los marginados, donde la persona y el mensaje de Jesús sea aceptado y practicado más plenamente que en la ortodoxa y “cumplidora”  ciudad de Judea.  

-Un encuentro que acontece en el compartir las necesidades, la vida y el trabajo cotidiano: el pozo de Jacob.

En el mundo judío el  pozo es lugar de encuentro de la gente normal y corriente, de la  gente trabajadora  y popular. Al pozo acuden las mujeres  en busca de agua para realizar  las faenas domésticas y acuden también los pastores, campesinos, caminantes, para calmar el cansancio y la sed. En la simbología judía el pozo es también lugar de amistad  íntima, entre hombres y mujeres, lugar de enamoramiento, pero también lugar de conquista y relaciones de poder y subordinación  según el sistema de género dominante.

-Jesús, fatigado y sentado junto al  pozo, se dirige a la samaritana  y le comparte su necesidad:

“Dame de beber”, o  lo que es lo mismo “Échame una mano, te necesito para calmar la sed de justicia y fraternidad de nuestro mundo” y lo hace con confianza ,dirigiéndose  a  la mujer de igual a igual , sin ninguna superioridad , sin machismo , ni paternalismo,  sin prejuicios de raza, ni de religión ,  sin importarle su pasado oscuro. Algo a lo que ninguna mujer y mucho menos la  samaritana  estaba acostumbrada: “¡Como tú siendo judío me pides de beber a mi que soy  mujer y samaritana”. Ningún hombre la había tratado nunca con tanto respeto  ni con tanta dignidad: ¿Quien es ese hombre que se atreve a hacerlo y al hacerlo se salta todas las leyes y costumbres religiosas y políticas de Israel... Quien es y que pretende...? La mujer no termina de fiarse y su extrañeza se mezcla con una actitud defensiva. 

Pero las  palabras que le dirige Jesús van a lo hondo de su ser. Son palabras verdaderas, sin ambigüedades. Aquel desconocido de trato profundo y  respetuoso, libre de juicio y condena, va poco a poco perforando las defensas de la samaritana y  revelándole la verdad más honda de su vida: los anhelos más auténticos que perviven aun en ella, pese a las heridas, frustraciones, miedos y  reveses de la vida descubriéndole  nuevas dimensiones de si misma, de los demás.

Un hombre así tiene que ser un profeta y más que un profeta: el Mesías, el Ungido de Dios. Entonces la  mujer se atreve a preguntarle: ¿Dónde,  como dar culto verdadero  a Dios?.

La respuesta de Jesús rompe con todo  exclusivismo religioso. A Dios se le rinde culto  en espíritu y  verdad, allí  donde emerge la autenticidad, la transparencia, donde brilla  la verdad, lo más  auténtico del ser humano, lo más hondo. No hay un lugar  o un espacio privilegiado sino una actitud  indispensable, una posición existencial  imprescindible: HACERLO EN ESPÍRITU Y EN VERDAD y es posible para cada ser humano y cada pueblo, y cultura de la tierra. 

¿Y NOSOTROS /AS?

¿Cómo son nuestras relaciones , saltan fronteras o las legitiman?. ¿Cuales son las barreras que más nos cuesta  saltar en nuestras relaciones  y por qué?

¿Cómo nos vamos ayudando a superarlas? 

 2.4.) Cuarta frontera:  Cuando el etnocentrismo  nos  configura de tal manera que no es cuestionable desde nosotros mismos sino que son  “Las cananeas  de  nuestro mundo” quienes con su irrupción en nuestra vida nos quiebran y amplían las cosmovisiones (Mt 15,21-29)

¿Qué nos revela el  encuentro  de Jesús  con esta mujer pagana y extranjera  sobre la universalidad en el amor? 

Lo primero que nos revela es  que  Jesús de Nazaret en su ser histórico  y por tanto hijo de una cultura  que no está libre  del etnocentrismo.

Como judío que es participa de los horizontes de valores de su pueblo para enfrentar la realidad, por eso inicialmente le resulta inadmisible el  comportamiento de esta mujer que tiene la osadía de reclamar algo que desde el esquema religioso-cultural  judío sólo  les corresponde  a ellos y que le lleva a Jesús a creer y afirmar : “ No he sido  enviado  más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel “ ( Mt 15,24) .  

Jesús  que a menudo  habla con las mujeres  en los Evangelios y que rara vez se  muestra hosco con ellas responde a la cananea  con una aspereza inusual .

“ No está bien tomar  el pan de los hijos y echárselo a los  perritos “ ( Mt 15,26)

Le responde podríamos decir con un introyecto aprendido, un cliché, un tópico interiorizado dentro de su marco etnocéntrico.

Sin  embargo, más allá de esta primera reacción espontánea, la realidad  concreta de carne y hueso de esta mujer: su dignidad, su reclamo, su sufrimiento, la terquedad y la autenticidad que ella muestra  en su conciencia de que la Buena Noticia precisamente si es de Dios no puede ser monopolizada por  ninguna cultura ni religión,  sino que pertenece a todos y especialmente a los más excluidos de ella, le amplía  su  visión de la realidad.

Lo que este encuentro nos muestra de Jesús de Nazaret y  también de la condición humana  es que ninguna identidad está llamada a ser una identidad cerrada , sino somos “identidades en proceso”, “en cambio” a partir  del encuentro con los y las diferentes.  

El texto no muestra a un Jesús que cambia, aprende, modifica su marco de comprensión de la realidad y de la salvación, su identidad no es una  identidad  cerrada, sino en continuo modelaje por la realidad  y los encuentros con la gente, especialmente  por quienes  peor lo pasan  y a través de quienes el Abba le revela nuevos matices de su misericordia y predilección por los   últimos y últimas.

La fuerza argumentativa de la realidad de esta mujer con toda  su dignidad y también su sufrimiento y su modo de encararlo y buscar alternativa, “descoloca a Jesús” y le cambia los  esquemas  abriéndoles a nuevas concepciones  de la salvación, le lleva a romper con  su etnocentrismo.

Jesús como nosotros  no es sólo  hijo de su cultura, sino que  puede liberarse también de los aspectos negativos que hay en ella y que impiden la fraternidad humana y en este caso la mujer cananea es su guía y maestra en ello .

El Dios Abba de Jesús irrumpe  en su  vida a través de esta mujer para mostrarle aspectos inéditos del desafío de la fraternidad  que su propia cultura  le ocultaba: la universalidad del  amor, el no exclusivismo de la Buena noticia de Dios para nadie.

El contexto próximo  de la perícopa  donde se  narra el encuentro de Jesús con la cananea es muy importante  pues viene  situada precisamente después de las discusiones sobre las tradiciones farisaicas  sobre lo puro e impuro, en las que Jesús pone de manifiesto la hipocresía  y el legalismo de los  escribas  y fariseos.

Podemos decir que el encuentro de Jesús con esta mujer marca un antes y un después en el  Evangelio de Mateo. Representa la fisura con el exclusivismo  de Israel.

Los textos que le suceden vienen a resaltar el orden nuevo instaurado por Jesús como un orden que rompe con toda frontera.

Mateo va a  intensificar este  aspecto  mas que otros evangelistas  y sobre todo a partir del capitulo 20 va a subrayar la universalidad del reino , una universalidad en la que obligadamente para serlo “ Los últimos serán los primeros “ (Mt 20,16)  hasta el punto de que Dios  se identifica con ellos y nos urge a  reconocerle  y rendirle culto  practicando la solidaridad y la justicia  

¿ Señor cuando te vimos  hambriento , sediento, emigrante o desnudo, enfermo y encarcelado y no te asistimos socorrimos y El entonces responderá : En verdad os digo  que cundo  dejasteis de  hacer con cada uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo “ ( Mateo 25,44-46)

¿Y NOSOTROS / AS ?...

 ¿Qué aspectos de nuestro etnocentrismo, de nuestras comprensiones culturales y religiosas nos están desafiando a modificar las  personas de otras culturas y  religiones con las que convivimos? ¿A qué cuestionamientos y nuevas prácticas nos abren para vivir una fraternidad más universal?

3) DEJARSE CUESTIONAR Y PROVOCAR PREGUNTAS: UN EQUIPAJE IMPRESCINDIBLE PARA CRUZAR FRONTERAS Y VIVIR LA UNIVERSALIDAD DEL AMOR.

En este breve recorrido que hemos hecho sobre universalidad en el amor y cruce de fronteras una característica que se repite en todos los relatos es que Jesús  se toma en serio al otro/a  como interlocutor. Jesús no es un hombre de monólogo, sino de diálogo y en ese diálogo, la escucha  y el dejarse interpelar  por la realidad del otro / a resulta  fundamental.

El talante relacional de Jesús no es la afirmación dogmática sino el dejarse afectar, interpelar en el encuentro relacional.

En los Evangelios  más que  respuestas  dogmáticas  lo que encontramos son preguntas.

Los  evangelistas  ponen en boca de Jesús más de 200 preguntas. Sus preguntas son muy variadas, pero nunca a modo de inquisidor,  sino que mayoritariamente tienden a facilitar que sus interlocutores   tomen conciencia  de alguna realidad o situación.

Se trata de preguntas orientadas  al diálogo y la lucidez  sobre alguna situación que se pretende enfrentar. Cuestionan la imposición de la  verdad  y son un camino para  ayudar a dar un paso cualitativo en la comprensión de los  hechos mas allá de las evidencias, son preguntas que van a lo fundamental y ponen en  cuestión los tópicos para colocar en primer plano el valor de la persona  humana y su dignidad.

Sirva como ejemplo  la pregunta de Jesús ante quienes le cuestionan  para sanar en sábado a la mujer encorvada:

“¿No desata  cualquiera de vosotros su buey o asno en sábado para llevarlo a tomar agua? Pues a esta mujer que es descendiente de Abraham  y que Satanás  tenia atada  con esta enfermedad desde hace 18 años ¿Acaso no se la debía desatar aunque fuera sábado? … Cuando Jesús dijo esto sus enemigos quedaron avergonzados…” (Luc 13, 15-17)

Lo que moviliza la fraternidad en Jesús es  el  sufrimiento de la gente y su anhelo de  liberación, la  dignidad rota del hermano o la hermana y como su clamor  afecta a Dios mismo. 

Jesús  está mucho más atento a  las necesidades  concretas de las personas que a las cuestiones doctrinales o ideológicas que presentan.

Para Jesús casa persona en su necesidad concreta es el rostro de Dios  que nos sale al paso demandando una respuesta y para ello a veces hay que  relativizar los propios esquemas culturales ,religiosos o moralistas

Jesús revela  a un Dios  para quien la distinción entre buenos y malos es asunto secundario. Así, hablando de la necesidad del amor al prójimo, cualquiera que sea su condición Jesús señala: “Así seréis hijos de vuestro Padre celestial  que hace  salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justo s e injustos “ ( Mt 5,45)

El amor de Dios hecho carne en Jesús es pura gratuidad. Su elección por los últimos y últimas no es porque sean “buenos”, no va de “merecimientos”, ni de  retribución, sino porque son últimos, porque cargan con la ignominia humana  y su grito se le hace insostenible  a Dios, porque como leemos en el Eclesiástico:

Dios no es parcial con el pobre…No  desdeña la suplica del huérfano  ni el lamento de la viuda. ¿No corren por su mejilla las lágrimas  de la viuda  y su clamor contra quine las provocó?…La oración del humilde atraviesa las nubes, hasta  que no llega a su término él no se consuela. No desiste hasta que el Altísimo le atiende … y le hace justicia “ (Eclo  35,12-18)  

La elección de Dios por los últimos  revela su gratuidad y su universalidad y nos cuestiona la vida. Ojalá no nos cansemos se de seguir haciéndonos preguntas y provocándolas aun cuando nos pese  la vida y los años.

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[1] Debo gran parte de esta reflexión a los artículos siguientes :

Tony Catalá: “Transitar fronteras en compañía de Jesús de Nazaret”. Sal Terrae Abril 2009, tomo 97/4,n 133)

María José Arana : “la universalidad y el dialogo interreligioso”. Cuadernos FEM  

Eduardo Pérez de Cotapo: “Jesús, hombre de diálogo”. Testimonio , 209, Mayo-Junio 2005, Chile 

 

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