Páginas para la Oración

Presentamos el trabajo realizado por grupos de unas 12 personas.  Cada grupo reflexionó sobre uno de los temas, coincidentes con las “claves de identidad” de la Familia del Hermano Carlos. Se trataba de reflexionar sobre estos textos del Hermano Carlos, siguiendo más o menos las pautas que se ofrecen al final de cada uno de los temas. 

 Preguntas para la reflexión y la oración

¿Qué textos del Evangelio nos recuerdan estos escritos?

¿A qué situaciones de hoy  nos remiten?

 ¿Qué me dicen a mí concretamente?

 

[IV]

Hermano Universal

 

Cada mañana y cada tarde se hará una oración de una media hora para pedir a Dios la salvación de todos los hombres, que nuestro Señor mismo pidió con tanto ardor durante toda su vida. [Regla, 1896].

Todos los hombres son hijos de Dios, que los ama infinitamente: por eso es imposible amar, querer amar a Dios sin querer amar a los hombres (...). El último mandato de nuestro Señor Jesucristo, unas horas antes de su muerte, fue: “Hijos míos. Amaos unos a otros; en esto se verá si sois mis discípulos, si os amáis unos a otros”. [Carta a Henri Duveyrier, 1890]

Debemos amar a todos los hombres como a nosotros mismos, pero debemos inclinarnos sobre todo hacia los miserables, hacia todos los que el mundo olvida, deprecia, rechaza: los pobres, los pequeños, los sufrientes, los ignorantes, porque tienen más necesidades y menos recursos… Dios quiere que los que no tienen amigos ni familia en el mundo, encuentren una familia y amigos en aquellos que sirven a Dios, el que se declara especialmente su Padre.

¿Dónde ir? No a donde haya más oportunidades humanas de tener novicios, autorizaciones canónicas, dinero, terrenos, ayudas;  no, sino allí donde sea más perfecto en sí mismo, lo más perfecto según la palabra de Jesús, lo más conforme a la perfección evangélica, lo más conforme a la inspiración del Espíritu Santo; allí donde Jesús iría: a “la oveja más extraviada”, “al hermano” de Jesús “más enfermo”, “a los más abandonados, a los que tienen menos pastores, los que “están sumidos en las tinieblas más densas” …  [Elección después de la ordenación sacerdotal. 9 mayo – 9 junio 1901]

No me resulta posible practicar el precepto de la caridad fraterna sin dedicar mi vida a hacer todo el bien que pueda a estos hermanos de Jesús a quienes les falta  todo, puesto que les falta Jesús. Si y o tuviese en lugar de estos desdichados (..) que no conocen (…) nada de lo que constituye toda nuestra dicha aquí abajo y toda nuestra esperanza allá arriba ; y si conociese mi triste situación, ¡cómo querría que se hiciese lo posible por sacarme de ella! Lo que yo quería para mí debo hacerlo por los demás: “Haz lo que tú quieres que te hagan”. [Carta al P. Jerónimo, 17.07.1901]

No harán en absoluto “acepción de personas” (…). Que su universalidad y caridad fraterna brillen como un faro; que nadie, ni pecador ni infiel, ignore, muy lejos a la redonda, que ellos son los amigos universales, los hermanos universales, que consumen su vida rezando por todos los hombres sin excepción y haciéndoles el bien, que su fraternidad es un puerto, un asilo, en donde todo ser humanos, sobre todo si es pobre o desgraciado, es siempre fraternalmente invitado, deseado  recibido, que ella es, de acuerdo con su nombre, la casa del Sagrado Corazón de Jesús, del amor divino que se irradia sobre la tierra, de la Caridad ardiente, del Salvador de los hombres. [Constituciones, 1901]

En todo hombre, bueno o malo, amigo o enemigo, benefactor o verdugo, cristiano o infiel, lo que verán es un alma que salvar: se harán “todo para todos, para salvarlo a todos”, odiarán el mal. Pero este odio no les impedirá jamás amar a los hombres: llevándolos a todos en su corazón, incluso a los más perversos, como el Corazón de Jesús, serán los amigos universales para ser los salvadores universales.  [Reglamento, 1901]

            Dios mío, haz que todos los hombres vayan al cielo... [Oración al principio de cada una de las lecciones de su catecismo, en Beni-Abbès).1902]

Me pide usted una descripción de la capilla… La capilla – dedicada al Sagrado Corazón de Jesús – se llama “la capilla de la fraternidad del Sagrado Corazón de Jesús”, mi pequeña vivienda se llama “la fraternidad del Sagrado Corazón de Jesús”… Quiero acostumbrar a todos los habitantes, cristianos, musulmanes y judíos e idólatras, a mirarme como su hermano – el hermano universal. Comienzan a llamar a la casa “la fraternidad” (la jaua, en árabe), y eso me resulta agradable…”. [Carta a María de Bondy, el 7.01.1902]

Mis retiros de diaconado y de sacerdocio me han mostrado que esa vida de Nazaret, que me parecía ser mi vocación, había que llevar la no en Tierra Santa, tan querida, sino entre las almas más enfermas, las ovejas más abandonadas. Este divino banquete del que me hacía ministro, había que ofrecerlo no a los parientes, ni a los vecinos ricos, sino a los cojos, a los ciegos a los pobres, es decir a las almas más necesitadas de sacerdotes. [Carta al P. Caron, 8.04.1905]

 

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