Hermano Carlo Carretto

berre - l'etang (marzo 1956 a enero 1957)

Después de una breve estancia en Italia, Carlo es invitado a ir a Berre-l’Etang, muy cerca de Marsella.

De Carlo,  11 de diciembre 1956.

La geografía de Berre no ha cambiado: el estanque está en el mismo sitio, con las bellezas características del suelo provenzal, la paz en sus  viñedos, sus piezas arqueológicas, su hermoso campanario que toca para convocar a pocos cristianos.

Por otra parte, la ciudad mantiene su fisonomía respecto a las villas de su entorno en la región de Shell… allí, nuestros amigos árabes, hacinados en los barrios antiguos, a raíz de los tristes acontecimientos de Argelia, fueron adquiriendo muchas de las casas viejas de los norteafricanos convertidas en fondas donde solo encontraban un pálido reflejo  de su vida familiar

La fraternidad no ha cambiado de lugar. Ocupa una vieja casa en mal estado pero bien conservada, con una pequeña y acondicionada cocina, gracias al buen hacer de los hermanos mayores; los dormitorios se asemejan a la cabina de un hermanito marinero; la capilla sencilla que deja filtrar los estribillos de la música árabe, triste y uniforme que da a nuestra oración una nota peculiar al tiempo que nos invita a estar presentes en ese mundo de sufrimiento. Y además de nuestros amigos árabes, están todas las otras familias pobres con las cuales tenemos lazos desde años. (Esta fraternidad comenzó en julio de 1948).

En nuestros orígenes se encuentra el hermanito Hubert que posee el feliz privilegio de ser hermano permanente desde los inicios.. ¡A su alrededor la vida fraternal se organiza con orden y disciplina!

Si en verdad la geografía de Berre no ha cambiado sustancialmente, existen también novedades. Los acontecimientos políticos y sociales, tanto en Argelia como en Suez, llevaron a la población a una situación de malestar moral y material muy evidente. Se percibe en las reacciones de los argelinos ante el contragolpe del empuje nacionalista que se manifiesta en la frialdad de trato y en el espíritu de venganza en cada momento, muchas veces en cosas de poca importancia. Hubert, vecino de estas gentes, en el trabajo o en la vida diaria, constata la dificultad que entraña conseguir con ellos una amistad completa en todos los aspectos de la vida. Algunos de los amigos argelinos mantienen con nosotros la misma relación de siempre, con una cierta reserva, para evitar ser juzgados  por los otros compañeros que nunca han tenido con nosotros estas relaciones directas y sencillas. Les notamos hipersensibles. Pero creemos poder afirmar que la amistad que viene de años se conserva intacta.

Me parece que puedo resumir en tres palabras lo que descubro diariamente en este lugar sobre nuestra vida y lo que pretendemos vivir juntos en fraternidad:

1/ El-Abiodh era un desierto de arena; en este momento es un desierto de hombres. Allí había que desaparecer delante de la arena para encontrarse pequeño ante  Dios; aquí se debe desaparecer delante de los hombres para descubrir más profundamente nuestra nada ante Dios.

2/ La alegría de no estar solo y de andar en unión de corazón con los hermanos de la Fraternidad y con aquellos que nos visitan o escriben.

3/ La vida de Nazaret, que es el corazón de la Fraternidad y que encontramos bien expresada en las palabras del hermano Carlos que podemos leer en la última edición de “En el corazón de las Masas”[1]: “Jesús te ha establecido para siempre en la vida de Nazaret”.

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[1] R. Voillaume, En el corazón de las masas, Madrid, San Pablo, 2011. Presentación de J. L. Vázquez Borau. Última edición en lengua española.

 

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