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ORAR CON LA HERMANITA MAGDELEINE

Hemos extractado aquí el trabajo realizado por la Hermana ANNIE DE JESÚS que lleva por título "Camino de oración... con hermanita Magdeleine ¿No es el amor el elemento esencial de toda vida contemplativa?"

A la luz del Evangelio

Rezar es buscar sin cansarse el rostro de Dios. Para hermanita Magdeleine como para el hermano Carlos uno de los lugares privilegiados de esta búsqueda apasionada del Amado es la palabra de Dios y especialmente el Evangelio. Fue escrutando los escritos del hermano Carlos como ella descubrió "la espiritualidad pura del Evangelio" Por eso escribió a las primeras hermanitas en 1942: "Leed y releed el Evangelio. Meditadlo y volvedlo a meditar hasta saberlo de memoria, en francés y en árabe. Llegad a estar tan orgullosas de él como los musulmanes lo están del Corán... ¡y no es poco decir!... Y veréis entonces cómo esta formación os simplificará, os transformará en la línea del hermano Carlos de Jesús, que es el camino del mismísimo Jesús." (L.1 p.147)

Esta espiritualidad centrada en la persona de Jesús y en el Evangelio aparece ya claramente en el directorio de 1938. La segunda parte de ese folleto contiene varios capítulos y se titula: "A la luz del Evangelio" Se lee allí: "Después del sagrario las hermanitas no tendrán nada más caro que el Evangelio, donde encuentran también la presencia de Jesús" y hermanita Magdeleine recomienda que lo lleven siempre encima y que lo sepan de memoria.

Luego, en un pequeño capítulo titulado: "La persona de Jesús" escribe: "Jesús en el Evangelio será para las hermanitas el Libro vivo, substancial. Será su Camino Único, su único jefe, su íntimo amigo.

Vivirán bajo su mirada, pero sobre todo le verán vivir a través de un contacto íntimo y muy frecuente con él en el Evangelio.

Harán que viva en ellas y a su alrededor, hablando de él con amor como de un ser vivo y muy cercano, que ocupa el primer lugar en su vida y en su corazón, y se esforzarán por desaparecer para dejarle hablar y actuar en ellas con su Corazón y su Voluntad.

Pero, sobre todo, deberán esforzarse en conformar su vida con la vida misma de Jesús, para no ser más que uno con él".

"Conformar su vida con la Vida de Jesús", amar como él amó esto es lo importante para hermanita Magdeleine, que decía a menudo a las hermanitas a propósito de los estudios de teología: "Pensad siempre en esto: "Ay del conocimiento que no se convierte en amor" ¿Qué es la "Verdad" sin la "Vida"?

El Modelo Único

En Nazaret, el hermano Carlos se había hecho un breve retrato de Jesús titulado "El Modelo Único", compuesto únicamente por citas evangélicas. Diez años más tarde, escribía al P. Huvelin: "Desde entonces lo leo sin cesar y me gusta tener este retrato cada día ante mis ojos".

En 1941 hermanita Magdeleine redactó también para las primeras hermanitas un texto titulado: "El Modelo Único". A la luz de una palabra del Evangelio evocaba cada una de las grandes etapas de la vida de Jesús, comentando brevemente la manera como las hermanitas podían conformar su vida con la de Jesús. Fue la primera expresión escrita de los distintos puntos fuertes de nuestro carisma y se percibía ya la inspiración del Boletín Verde. Cada vez que las hermanitas partían para una nueva fundación hermanita Magdeleine les entregaba este texto.

En el Boletín Verde, en 1945, escribe: "El hermano Carlos de Jesús no abrió ningún camino nuevo, a no ser el camino único, el camino de Jesús. Escogió un Modelo Único: Jesús, un único jefe, un único maestro: Jesús. Te dirá que no tengas más que un pensamiento, un amor, un deseo: Jesús. Te dirá que una sola cosa es necesaria: amar a Jesús".

Te dirá que "pongas los pies en las huellas de sus pasos", "la mano en su mano" –que "vivas de su vida"– que "reproduzcas amorosamente en ti sus rasgos". Te pedirá que, con su gracia, te dejes penetrar tan profundamente por su Espíritu que "pienses sus pensamientos, digas sus palabras, realices sus actos, en la medida en que puedas, en una palabra, que desaparezcas para dejarle hablar y actuar con su corazón y su Voluntad". ( BV 41-42)

Y un poco más lejos añade: "Tus días estarán encuadrados entre la primera y la última oración de Jesús a su Padre: "Heme aquí Padre, vengo para hacer tu voluntad" y "Padre, pongo mi alma en tus manos".

Una contemplación al alcance de todos

Hermanita Magdeleine estaba íntimamente convencida de que ese camino de oración marcado por la simplicidad de vida de Nazaret era una forma de contemplación accesible a todo el mundo. En una carta a las primeras novicias en 1943, les habla largo y tendido de una obrera encontrada durante sus giras de conferencias: "He encontrado aquí a Gabrielle, una obrera de fábrica, que nos dice: Cómo os envidio! Habéis escogido la mejor parte. Sin embargo, tengo tres hijos y un marido y les quiero mucho. ¡Pero qué felices sois!" Y hete aquí que, una vez que siente confianza, nos dice cosas maravillosas. Buscó a Jesús hasta que lo encontró y se le reveló. Sin estudios, ha descubierto la más pura doctrina. "Los libros me cansan con sus palabras sabias" me dice. "El Jesús (se expresa siempre así) tiene palabras tan sencillas y tan bellas para enseñarnos. Se le encuentra en todas partes: limpiando, barriendo. Ayer, quise reservarme tiempo para leer, pero me fue imposible. Entonces, echando un remiendo a una pieza de ropa de uno de mis hijos, dije el Padre Nuestro y el Jesús se me reveló. Estaba en mí y yo quería buscarlo muy lejos. Quisiera tanto construirme una soledad con él y quisiera también darlo a todos, compartirlo".

Era una laica quien hablaba así, una madre de familia, una humilde obrera.

"Tomad, nos dijo, dándonos un rosario y algunas estampas. Dadme la alegría de no tener nada en el bolsillo. Es una alegría tan grande no tener nada, como san Francisco"... No quería separarse de nosotras: "¡Qué felices sois!" nos repetía. (LI 175)

Este mismo camino de gran simplicidad es el que hermanita Magdeleine propondrá a las hermanitas un poco más tarde, en el Boletín verde: "Que estas palabras de vocación contemplativa, de contemplación, no te asusten. Que no evoquen a tus ojos la idea de una vocación excepcional, de algo tan elevado que la mayoría de los hombres no puede acceder a ello.

A la luz del hermano Carlos de Jesús, que evoquen para ti la actitud sencilla y confiante, amante, del alma en conversación íntima con Jesús, las ternuras de un niño pequeño con su padre, las efusiones de un amigo con su amigo:

Cuando amamos, quisiéramos hablar sin cesar con el ser amado o por lo menos mirarle sin cesar. La oración no es otra cosa: la conversación familiar con nuestro amado. Le miramos, le decimos que lo amamos, gozamos por estar a sus pies... (Hermano Carlos de Jesús. Escritos espirituales p.3)" (BV 38)

El deseo de Betania

En 1946, después de algunos días de retiro, escribe: "Era esto lo que esperaba no para descansar sino para estar contigo, Señor, contigo, sólo contigo, como María en Betania.

Nadie ha comprendido aún esto, es nuestro secreto. Nadie ha comprendido que es por un mayor amor que voy por los caminos y en medio del mundo, pero que sueño con esta soledad que en, medio del mundo, llevo en el fondo del alma deliciosa soledad, habitada por ti, Señor." (DC. II 26)

En los primeros años designa esa sed de intimidad con Jesús con una única palabra: "Betania"

Esa sed no la abandona. El 27 de diciembre de 1946 escribe al P. Voillaume: "Al llegar a Francia, comunico a hta. Matilde este pensamiento obsesivo, diciéndole que no puedo más y que un día me iré sin dejar la dirección, escribiendo apenas: "Me voy a Betania" En plena calle de Marsella, hermanita Matilde me dice: "Y nosotras, ¿no podríamos hacer lo mismo y tener nuestro Betania?" Y como un relámpago, en la calle, se concreta todo el plan de la fraternidad de adoración..." (DC. II 28-29)

Encontrar en el silencio el Amado, permanecer a solas con Él, es una necesidad del amor. Hta. Magdeleine lo llevaba en ella como un fuego. Por esto desde la fundación subrayó la importancia vital del tiempo entregado a la oración silenciosa: hora de adoración diaria, adoración de noche cada semana, períodos más largos de soledad: fin de semana, retiro anual...

El 8 de septiembre de 1973 escribía a las hermanitas:" Tiene que ser una nueva etapa en el camino de la santidad (…) Este camino es ante todo el camino de la adoración y la contemplación, en unión con la oración de Cristo, porque es lo que hemos de hacer en primer lugar, no lo olvidéis nunca... Es Jesús amado con un amor personal, con un amor lleno de respeto, pero también de ternura y de amistad... No tengáis miedo de él... Id a él sin temor como a vuestro amigo más querido. Él ha velado su grandeza divina bajo el aspecto más humilde y más pobre que hay." (LV 78-79)

 

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