Inicio > Boletín Iesus Caritas > Web > 170 > La alegría de la Cruz

Inicio > Documentos > Abandono > La alegría de la cruz

Inicio > Documentos > Sufrimiento > La alegría de la cruz

Inicio > Testimonios > La alegría de la cruz

La alegría de la Cruz

Carta de la señora C., mujer de pastor protestante, que perdió, con un intervalo de pocos meses, a su marido en un accidente de aviación, y a sus dos hijos, de trece y quince años de edad, muertos por un explosivo a la vuelta de una excursión, en Argelia.

"Querida tía E.:

He recibido tu carta y te doy las gracias por pensar en nosotros y por orar por nosotros. Pero debo decirte que mi corazón está muy sereno. Ya, después del trágico accidente de avión, Dios me había sostenido maravillosamente. Miguel (su hijo) era, por otra parte un gran consuelo para mí. Se acostaba en la misma habitación que yo y, por esto mismo, él estaba más cerca de mí que los otros familiares. Todas las tardes conversábamos un poquito, y después rezábamos.

Una tarde, él interrumpió mi sueño para decirme cuánto sentía la partida de su padre. Yo le dejaba hablar... El comparó nuestra separación momentánea a dos riberas: Francia y Argelia.

«Tú ves, me decía, si uno de nosotros parte del otro lado, aquél que quede no deberá estar demasiado triste, puesto que nos volveremos a ver. Volveremos a ver a papá.»

Yo estaba casi dormida. Después, él me sacó de mi somnolencia diciéndome con una voz muy particular: «Tú sabes, mamá, que esto será quizá muy pronto…» Sí, querido, no se sabe jamás el momento en que se pasará a la otra orilla…

Durante la noche, me desperté una o dos veces, y, en un momento dado, me pareció que no oía su respiración… Las palabras que me había dicho me perseguían. Me levanté para abrazarlo.

Sí, pequeño cordero muy amado, la separación ha sido «muy pronto», y ha sido en la misma montaña que murió el querido papá, en estos bellos cedros azules que tanto habíamos admirado el verano anterior. Allí, en este sitio maravilloso, habéis cambiado la tierra por el cielo, los tres habéis iniciado vuestro vuelo...

En segundo lugar, cuando yo he visto sus cuerpos inanimados (David y Miguel), he experimentado la visión de un vuelo..., una certidumbre absoluta se ha apoderado de todo mi ser, y esta certidumbre no me ha abandonado. Dios ha demostrado una bondad infinita por haberme hecho esta gracia y por renovar este milagro cada mañana.

Esta mañana, al ir a Blida a ocuparme de los niños protestantes, cuyo pastor está ausente, estaba maravillada ante la floración de los almendros: ¡qué blancura, qué frescor!, y yo me decía que esto era nada en comparación de la manifestación de alegría de David y Miguel en los jardines celestiales…

Y de este modo, cuando yo pienso en ellos, cuando yo miro sus rasgos terrenos, me siento en cierto modo ya en el cielo. Yo estoy como transportada sobre un plan maravilloso, fuera del tiempo.

Y esto es todo, querida tía E. Era necesario que yo te dijese todo esto, para que tú sitúes mi vida colocada de ahora en adelante bajo la señal de la cruz, e igualmente bajo la señal de la Resurrección y de la Vida...".

 

¿Quiénes somos?   -   Contacte con nosotros   -   Mapa del sitio   -    Aviso legal 

Logotipo de la Familia Carlos de Foucauld