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Jesús valora a las personas y suprime las diferencias

 

Jesús se relaciona y valora al ser humano suprimiendo todo tipo de diferencias. Vamos a exponer aquí la revolución que supuso el anuncio evangélico de la universalidad (todo ser humano es igual en dignidad) y la fraternidad (todo ser humano está llamado a reconocer al otro como hermano y a tratarlo como tal).

El ser humano es imagen de Dios y centro de la Creación

1. Más vale un hombre que una oveja (Mt 12,12)

La oveja en la sociedad ganadera de Israel era un "medio de producción". San Mateo recuerda el episodio: un hombre que tenía la mano paralizada, era sábado, en la sinagoga. Recordemos que en aquella época y ambiente la enfermedad es fruto de un pecado; el sábado es el día sagrado con centenares de prescripciones obligatorias; la sinagoga es el espacio sagrado. En este contexto Jesús es interrogado sobre si es lícito sanar en sábado, y añade la razón del interés de los fariseos pues dice el autor sagrado, "con intención de acusarlo".

Los fariseos curiosamente prohíben hacer con un enfermo lo que permiten hacer con una oveja. Ambos son juzgados por su utilidad. El enfermo sale perdiendo porque ya no sirve para nada, no produce.

Este modo de valorar a la persona con carácter utilitario es lo que no acepta Jesús. Para Él todo ser humano vale por sí mismo independientemente de los bienes de consumo que produzca. Por tanto, "está permitido en sábado hacer el bien".

La curación confunde a los fariseos y, comenta san Mateo, que "deliberaron como acabar con Jesús".

2. Vale más la ofrenda de la viuda pobre que la del rico aunque sea considerable (Lc 21,1-4)

El texto nos alerta de que no hay que fiarse de las apariencias ni de la cantidad entregada para valorar la generosidad de las personas. El criterio "de juicio" reside en el interior de las personas y ese interior no queda siempre expresado en las apariencias externas que nos pueden inducir a error.

3. La valoración de las personas no depende de su pertenencia oficial a las comunidades naturales o institucionales

Jesús relativiza varios grupos humanos.

A. La familia. Los vínculos de consanguinidad no autorizan para Jesús a establecer ninguna especie de clases o discriminaciones en las relaciones con los demás. Su madre y sus hermanos son los que cumplen la voluntad del Padre2. Afirma implícitamente que existe una forma de valorar a las personas que supera hasta los criterios más sólidos y los lazos más vinculantes que los seres humanos tenemos como son los familiares.

B. La nacionalidad. Tampoco valen para Jesucristo los criterios raciales de pertenencia a una nación, aunque ésta sea el pueblo elegido de la Alianza. La entrada en el Reino la garantiza la fe, no ser hijo de Abraham3. La pura pertenencia oficial y estadística a una confesionalidad religiosa no dice nada en favor de la cualidad moral de las personas.4

C. La abundancia de bienes de fortuna. La desventura y el infortunio eran criterio de culpabilidad en el horizonte de una retribución divina solamente temporal. Jesús rechaza la argumentación de los que encuentran en la diferencia de suerte temporal un motivo suficiente para calificar a las personas.

D. Ser discípulo no implica superioridad ni garantía de ser más que otros alejados. Pertenecer al grupo de Jesús no autoriza a descalificar a los demás por "no ser de los nuestros"5. Ninguna institución tiene el monopolio de la verdad y del bien. Se puede ser de los nuestros, sin pertenecer a los nuestros. (cf. 1 Jn 2,19)

En resumen: Jesús rechaza todo tipo de diferencias en las relaciones interpersonales. Cuando hacemos clasificaciones de personas siempre subyace algún tipo de prepotencia que genera marginación. El amor de Jesús es universal y rompe las barreras establecidas por la ley y la costumbre.

4. Jesús ante las situaciones de pobreza/riqueza.

Jesús se pronuncia sobre las situaciones de pobreza y riqueza teniendo en cuenta sus implicaciones mutuas. Un ejemplo clarividente sería la correspondencia entre bienaventuranzas y malaventuranzas de Lc 6,20-26. Para Jesús, que quede bien claro, no es dichosa la pobreza, ni el llanto, ni el hambre. Por el contrario, es dichoso el pobre en una situación en que hay ricos, y maldito el rico en una situación donde hay pobres. Es maldita la riqueza de los ricos que necesita y promueve para su propia subsistencia la pobreza de los pobres; y viceversa, es bendita la pobreza de los pobres sólo en cuanto consecuencia de la acumulación de riquezas en manos de unos pocos.

Sin negar que Jesús parece desconfiar frente a toda riqueza, asunto que desconcierta a los mismos discípulos6, podemos afirmar que Jesús no hace directamente una valoración teórica de la pobreza, sino una valoración práctica que tiene en cuenta la dialéctica concreta de las situaciones históricas.

5. La eliminación del binomio pobreza/riqueza de modo irremediable produce conflictividad social.

Jesús conoce bien que la eliminación de las desigualdades no es fácil y que cuando se intenta igualar y compartir se genera conflictividad. Este plan de construcción de la fraternidad va a despertar hostilidades de los que están instalados en posiciones de privilegio social, económico o religioso. En este contexto habría que situar la frase sobre la discordia que Jesús trae consigo7.

La paz que trae Jesús no es una paz que consagra las diferencias que sería algo parecido a la paz de los cementerios. La paz que Él trae es la que brota de una superación de las diferencias y, por tanto, sufre las tensiones propias a la hora de superar toda diferencia.8

6. Enseñanzas de Jesús a los suyos.

Estudiemos algunos ejemplos:

A. Invitar a los pobres. Resulta curioso constatar el consejo de Jesús sobre las invitaciones a comer o cenar (Lc 14,12ss). Conclusiones y enseñanzas: a) de estilo sapiencial: al ser convidado, no escojas puestos muy altos, cuando tu invites hazlo a los pobres; b) de estilo profético: son las razones que aporta Jesús para obrar así9: invita a los pobres que no puedan pagarte, y tendrás tu paga en la resurrección final. La sentencia incluye un tono escatológico de anuncio de los últimos tiempos. Al invitar a los pobres es por sí mismo una "obra de resurrección" u obra del Reino que anticipa los últimos tiempos.

B. El juicio final y las obras de misericordia con los pequeños.

- En Mt 25,31-46 se nos ofrecen los criterios positivos de lo que vale en el juicio: la suerte final estará en relación con la coherencia de vida, aunque fuera sin saberlo, con la identidad entre el Señor y el hermano necesitado.

- En Mt 7,21-23 y Lc 13,25-28 se nos ofrecen los criterios negativos de lo que no vale para el juicio. No basta decir "Señor, Señor", ni predicar públicamente el nombre de Jesús, ni haber comido y bebido con Él. Los que a pesar de estos actos externos no hayan puesto por obra el designio misericordioso de Dios escucharán el "Apartaos de mí los que no practicáis la justicia. No sé quiénes sois".

7. Hacerse niño, condición para entrar en el Reino de Dios.

A la interesada pregunta de los Apóstoles por el mayor del Reino, Jesús responde exigiendo hacerse niño, como requisito indispensable para entrar en el Reino10. En el reino se invierten los valores. Y esto indica que la niñez no es citada por Jesús como un valor, sino como un minusvalor, y además asumido voluntariamente. Se trata, pues de una automarginación, no masoquista ni morbosa, sino escogida en comunión con los que son niños "como ese que Jesús pone en medio".

Jesucristo se hizo pobre "despojándose de su rango" en la encarnación, nació y murió fuera de la ciudad como un excluido más, la vida oculta marcó el mayor tiempo de su existencia terrenal. Su mensaje es claro: Dios es Padre. La consecuencia evidente: todos, sin excepción, somos hermanos. La pobreza consiste en no apegar el corazón ni al dinero ni a las cosas porque único es nuestro Señor y, en palabras de santa Teresa de Jesús, "quien a Dios tiene, nada le falta" de tal modo que la pobreza se convierte en palanca de libertad.

Carlos de Foucauld escribirá que "renunciar a todo en espíritu, estar desprendido de todo con el corazón, ser pobre de espíritu y estar vacío de todo apego es absolutamente indispensable para ser discípulo de Jesús"11.

 Emérito de Baria

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2. Mt 12,46ss. Esta frase se encuentra en los paralelos de los tres sinópticos y también en San Juan 2,4; 7,3; 19,25ss. Con ella Jesús arranca del medio familiar la pertenencia a su grupo y la traslada a la disponibilidad por el Reino de Dios (cf Lc 9,59-62)

3. Mt 8,10-12.

4. Jn 8,33-41: se puede ser hijo de Abraham y al mismo tiempo hijo de prostituta por la infidelidad. Rom 4; Gál 3,6-14; 4,21-31: descendientes de Abraham son los creyentes, no los circuncidados.

5. Mc 9,38-40.

6. Mc 10,23-25.

7. Mt 10,34-36; Lc 12,51-53.

8. R. Garaudy habla reiteradamente en sus escritos sobre los pobres. Presenta una dificultad constante para superar toda desigualdad y es la de constatar que la única diferencia de mentalidad entre el pobre y el rico es el tener o carecer de dinero. Lamentablemente, dice, "si el pobre pudiera tener el dinero que poseen los ricos su manera de actuar sería totalmente idéntica". Cf. clima de corrupción y su justificación por los sectores más populares: "yo en su lugar habría hecho igual".

9. Cf. Eclo 13,1-3.

10. Mt 18,1-5; Lc 9,46-48.

11 Petit Frère de Jesús, 92

 

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