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Profetas del amor sin fronteras

La noche del sábado 6 al domingo 7 de septiembre, se sucedieron una serie de acontecimientos desgraciados en Roquetas de Mar, en el barrio llamado de las 200 viviendas. Como no podía ser de otra manera, Almería Acoge / CEPAIM Almería ha estado presente e intervenido de diversas formas ante estos hechos.

Las 200 viviendas son un barrio tipo obrero de los muchos que en los años 60–70 se construyeron en cualquier ciudad. Barrios populares para economías populares. Barrios que fueron ocupados en su día por obreros, emigrantes retornados, prejubilados. Poco a poco, la población de esos barrios envejece y los barrios con ellos. Se convierten en un recurso accesible a las economías más débiles, como las de las personas inmigrantes (…). En el caso de las 200 viviendas, calculamos que en la actualidad vive un 80% de población inmigrante de muy diversas nacionalidades. Permanecen algunas personas autóctonas ya mayores y otras con economías similares a las descritas. Ya conocemos la ecuación posible: barrio deteriorado, personas que se deterioran, personas deterioradas que acceden al barrio, exclusión social, marginación, comportamientos marginales, inseguridad, delincuencia (…) mayor deterioro del entorno del barrio y de sus pobladores y vuelta a empezar.

La población inmigrante del barrio se ha masculinizado poco a poco, las familias que han podido (españolas o inmigrantes) se han ido marchando; el hacinamiento en las casas es muy llamativo y generalizado; los niveles de integración laboral son débiles y muy temporales; la desesperanza y el sufrimiento cotidiano ya conocido por quienes nos movemos en estas tareas es, por el contrario, fuerte y cotidiano.

El sábado día 6 por la noche un grupo de senegaleses pasea por la calle y desde una ventana le cae un cubo de agua; un español la ha tirado y comienzan a discutir. La discusión pasa a pelea en la calle, el español pide refuerzos a un amigo apodado “el gitano”, continúa la pelea hasta que llega Osmán. Osmán es conocido como un hombre pacífico, buena gente, religioso, no le gustan las peleas y pone paz, se mete en medio y convence al senegalés de que deje la pelea y él entra en un locutorio. Cuando sale del locutorio, el apodado “el gitano” lo apuñala. Así pues, nada que ver con ajustes de cuentas, nada que ver con drogas (aunque parece ser que ese tal “el gitano” es un conocido pequeño traficante), nada que ver con enfrentamiento entre gitanos e inmigrantes. Una pelea absurda y un resultado terrible fruto en todo caso de un entorno terrible y una realidad también absurda.

Los compañeros senegaleses del entonces herido llaman a la policía y a la ambulancia; ellos dicen que los médicos tardan una hora o más en llegar, pero desde la Subdelegación del Gobierno se afirma que sólo 12 minutos; mientras tanto, el herido fallece desangrado. El agresor se esconde en una casa supuestamente conocida como punto de venta de drogas. La primera pareja de la Guardia Civil no entra en la casa que les indican y esperan refuerzos, pero la casa termina siendo incendiada por un grupo de inmigrantes; después de ésa, y puesto que ya el agresor no estaba en ella, arde otra casa, supuestamente donde éste vivía. Después, altercados, piedras, policía también agredida y sobrepasada por la gente del barrio. Una historia lamentable también lamentablemente conocida: la masa se descontrola y no se reconoce a quienes la componen, ya no funciona el razonamiento, sólo la rabia que hace aflorar tantas frustraciones y desesperanzas… Algunos dicen: “ya casi tenía el permiso por arraigo”.

Hasta aquí lo sucedido; al menos la versión que consideramos más fiable a partir de nuestro trabajo. Desde primeras horas del domingo, cuando conocemos lo acontecido, varias personas de la organización comienzan a buscar información y pensar por donde empezar. Son al menos seis las personas de Almería Acoge/CEPAIM Almería las que el domingo están en continuo movimiento, utilizando los contactos en el barrio, las relaciones con inmigrantes de la zona, con asociaciones. Es difícil pero poco a poco se van aclarando los hechos, al principio muy confusos y con versiones muy dispares. Poco más se puede hacer el domingo; los ánimos están muy crispados, las quejas de inseguridad, delincuencia y abandono del barrio, de no asistencia de la policía cuando se les llama habitualmente, de retraso de la ambulancia. El barrio es tomado por la policía pero no lo suficiente para evitar que esa noche vuelvan a producirse disturbios.

El lunes 8 es el día de las reuniones, de la labor de calle, de la mediación. Creo que tenemos que felicitarnos por tener de compañeros a personas que son capaces de moverse bien en estos momentos difíciles. Mantenemos reuniones con Subdelegación del Gobierno, con Políticas Migratorias, contactos con la D. G. II, con la Policía, con la Guardia Civil… el acoso y la necesidad de dar respuesta a los medios de comunicación… Pero lo más importante es el trabajo de nuestros compañeros/as a pié de calle. El contacto y el apoyo a las asociaciones de inmigrantes (especialmente las de Senegal ATAESRRO, de Ghana, de Guinea…), el empeño para que sean ellos mismos quienes liderasen la llamada a la calma, la pacificación del barrio. Debemos destacar especialmente el trabajo de Papa y de Ñang en este sentido. Fueron muchas horas tensas, en las que su capacidad de mediación ha sido fundamental.

El resultado es lo importante. Tras una llamada para comunicar la desgracia al padre del fallecido, es precisamente éste quien da la clave: su hijo ha muerto en Ramadám, es un mes santo, un mes para la paz. No puede haber altercados por la muerte de su hijo, pide a la gente que deje la calle y rece. Es un mensaje que los responsables de las asociaciones de inmigrantes, nuestros compañeros y la propia familia del fallecido (incluso desde la megafonía de los coches de policía cuando el grupo era muy grande), extienden por todo el barrio, desde la mezquita, desde los locutorios. Supuso el mejor apoyo para ese mensaje de pacificación que habían comenzado a extender desde el primer momento.

Es cierto que queda mucho por hacer; que ahora, como antes pero ahora más, la convivencia en el barrio será difícil. Será necesario dedicar muchos esfuerzos y trabajo a medio y largo plazo para facilitar esa convivencia y cerrar heridas. Nos queda el esfuerzo de trasladar este mensaje también a las administraciones públicas y denunciar una realidad que en cualquier momento se reproducirá en Roquetas o en cualquier parte si no se trabaja la cohesión social, la superación de la exclusión y la participación. De una cosa podemos estar seguros: una vez más hemos intentado hacer lo que creemos que debemos hacer y no parece que lo hagamos especialmente mal. Yo al menos me felicito por formar parte de estos equipos de personas y de trabajo. 

Juan Miralles,

Director de Almería Acoge,

Vicepresidente CEPAIM

Relato del 16 Septiembre 2008

 

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