Sobre la Adoración
Adoración es el acto de fe por el que reconocemos la presencia de Dios como el ser supremo del que dependemos, pero sobre todo es el acto de amor extremo por el que nos entregamos a Él. Para los cristianos católicos la contemplación y adoración eucarística es uno de los pilares fundamentales de nuestra existencia. La adoración eucarística consiste en estar en presencia de Jesús que nos ama y al que amamos, estar con Él hablando o en silencio, diciendo simplemente “Tú sabes que te amo”. Es regalarle el tiempo que Él nos ha dado, “perder el tiempo” con Él. Estamos con Él de forma gratuita, no buscamos conseguir nada, solo estar con Él sintiendo que nos ama, que le amamos. Contemplar la eucaristía es mirar a Jesús que se entrega por amor, ver su deseo infinito de salvación para nosotros, su actitud de acción de gracias al Padre, su comunión con el Padre y con los hombres, es sentirnos inmersos en el amor de Dios Padre que se nos da en Jesucristo. La contemplación de la eucaristía nos lleva a entregarnos, como Jesús, a nuestros hermanos. Contemplación y acción no son cosas opuestas, sino los dos pies que necesitamos para andar. “Creo que no hay una frase del Evangelio que me haya impresionado tanto y haya transformado más mi vida que ésta:”Todo lo que hagáis a uno de estos pequeños, a mí me lo hacéis”. Si pensamos que son palabras de la Verdad increada, de Aquel que dijo:”Esto es mi cuerpo... esta es mi sangre”, con que fuerza somos empujados a buscar y amar a Jesús en esos “pequeños”, esos pecadores, esos pobres, aportando todos los medios materiales para aliviar sus miserias temporales” (Carlos de Foucauld) El mismo Jesús que dijo: “Esto es mi cuerpo...” (Lc 22,19-20), es el que dijo: “Lo que hagáis a uno de estos, mis hermanos a mí me los hacéis” (Mt 25,35). |